En el verano del 2014 un incendio
provocado por una cosechadora arrasó 800 hectáreas, algunas de ellas dentro del
Parque Natural de la Sierra Norte. Un año antes, en la primavera de 2013, un
grupo de personas quisieron dar vida a Fraguas, un pueblo abandonado desde
1968, con un proyecto de desarrollo personal unido a la naturaleza,
respetándola, protegiéndola y haciendo válida la posibilidad de un desarrollo
rural a base de voluntad, tesón, trabajo y buen hacer. Entre otras cosas, estos
nuevos pobladores de Fraguas recuperaron una balsa de agua, inutilizada hasta
entonces por el abandono, que pudo ser utilizada por los retenes en su trabajo
de extinción del incendio de 2014.
Sobre los pinos de repoblación hoy
empiezan a sobresalir los ejemplares de flora autóctona: robles, encinas y
rebollos que representan una magnifica esperanza para la recuperación de un bosque
que nunca tendría que haber desaparecido, como tampoco lo tenían que haber
hecho sus pobladores primigenios.
El pueblo de Fraguas fue
abandonado a la fuerza en 1968, ya que el Instituto para la Conservación de la
Naturaleza (ICONA) forzó la expropiación forzosa por “necesidad y urgencia de
la ocupación a efectos de su repoblación forestal…”. En aquel momento, en
muchas de las zonas expropiadas, Fraguas y otros pueblos del entorno como Sacedoncillo,
Jócar, La Vereda o La Vihuela, se realizaron los trabajos de roturación
necesarios para la implantación del monocultivo de Pino resinero (Pinus pinaster) que tanto proliferó en
la esa época y en cuyo favor se arrasaron vastas extensiones de vegetación
autóctona, no tan atractiva desde el punto de vista económico.
Desde aquel momento el pueblo
quedó a merced del Ministerio de Agricultura y del Ejército, que utilizó el
paraje como zona de maniobras militares, durante las cuales se dedicó a
destruir lo poco que quedaba en pie.
El pueblo cayó en el más absoluto
de los olvidos por parte de las administraciones, hasta que este grupo de
pobladores decidió instalarse en él y comenzó a recuperarlo. Con el decidido apoyo
de los antiguos habitantes de Fraguas, están dando vida a este entorno siempre
bajo la máxima de respetar escrupulosamente el medio natural.
Como todos los comienzos, el de
estos pobladores de Fraguas también fue precario. Con pocos medios y muchas
ganas empezaron a recuperar las casas, sin descuidar el patrimonio tanto físico[ como histórico. Poco a poco, día tras día,
hombro con hombro, han restaurado varias casas y han recuperado el suministro
de agua. Gracias a su trabajo hoy vuelven a florecer y fructificar los frutales
de sus antiguos pobladores: cerezos, perales, algún nogal e incluso higueras.
Todo se desarrollaba sin grandes
problemas, sin prisa pero sin pausa, hasta que la Junta de Comunidades de
Castilla – La Mancha decidió interponer una querella contra 6 de los pobladores.
Los motivos, según la Administración, son: usurpación de espacio público (4 meses de cárcel), delito contra la
ordenación del territorio (2 años de cárcel) y “daños” –resulta que la
reconstrucción de casas son daños para la Administración– (2 años de cárcel y
30.000 €).
Es cierto que se trata de un
Parque Natural, y que la titularidad de los terrenos es pública. También es
verdad que hay que tener máxima cautela en los usos del territorio. Pero
también hay que tener en cuenta que, ante un caso excepcional hay que aplicar medidas
excepcionales.
Un proyecto cuyo objetivo
prioritario es el desarrollo realmente sostenible del entorno rural, como es el
caso del de los pobladores de Fraguas, tendría que llevar a nuestras
autoridades a estudiar un protocolo de actuación muy distinto al que están
aplicando: la demanda judicial y la querella.
Sin embargo, un grupo de
personas jóvenes que tienen inquietudes por desarrollarse personalmente en el
medio rural, y cuyos objetivos no comulgan con los que nos intenta imponer la
sociedad capitalista, es una excepción a cuidar y promover.
Por supuesto, no se está
defendiendo en estas líneas que cualquier actuación sea admisible. Pero sí estamos
convencidos de que es posible llegar a un acuerdo para que el proyecto de los
pobladores de Fraguas se pueda seguir desarrollando. Más aún: ese acuerdo es
necesario puesto que gracias a él se pueden ver beneficiados la conservación y el
desarrollo del Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara.
Sólo hay una forma adecuada de
cerrar este artículo: pidiendo a la Administración Regional de Castilla – La
Mancha que retire las denuncias y que establezca un diálogo con los habitantes
de Fraguas para que se pueda llevar a cabo un proyecto que está demostrando
que, lejos de ser utópico, es un remedio a esa despoblación rural que está
asolando las provincias del interior de la Península Ibérica.
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